domingo, 16 de octubre de 2011

Avances

Dile a un científico del siglo XIX que el hombre algún día llegará a la Luna. Se reirá en tu cara. Para el eso es imposible, pero pasó. En el año 1969 un grupo de astronautas norteamericanos logro alunizar.

Dile a un científico del siglo XXI que algún día el hombre podrá llegar a atravesar la barrera de la muerte. Que se podrá explorar lo que vendrá después de ella, pero siguiendo atado al mundo de los vivos. Probablemente se reirá en tu cara, pero… ¿Adivina qué? Paso. En el año 2367 un grupo de necronautas logro llegar al más allá.

Ahora dile a un científico del siglo XXIV que algún día el hombre descubriría a Dios a través de la ciencia. Que su existencia fuese algo comprobable y que además, fuésemos capaces de destruirlo. Pues paso, y lo hicimos. En el 2891. Fuimos la primera raza en cometer Deicidio, los primeros en asesinar a Dios.

La distopia es ahora

A la ciencia ficción le gusta señalar en que aspectos fallará la humanidad en el futuro. Es su deber, como brazo armado de la ilustración. Alan Moore, George Orwell, Adous Huxley, Ray Bradury y tantos otros escritores nos han señalado, a través de sus novelas, como estaría el mundo en un futuro no muy cercano si todo saliese mal. Si la Utopía se volviese una Distopia. Estas mentes imaginaron gobiernos totalitarios que vigilan cada acto de sus ciudadanos. Que, con puño de hierro, pueden moldear la historia a su antojo. Una metáfora del comunismo se podría decir en algunos casos. Pero es sabido, que estas obras además de hablar sobre un futuro se están refiriendo al presente, de una manera más dramática.

La verdad es que la Distopia es ahora.

Probablemente, en un universo paralelo, una sociedad mucho más avanzada que nosotros escriben novela sobre una podrida sociedad de consumo que se impone los criterios mercantiles antes que los del sentido común. Nosotros somos una especie de futuro post apocalíptico imaginado por otros.